martes, 3 de mayo de 2016

Leyendo a los auténticos maestros, a esos que escriben como los ángeles, que no tienen premios ni reconocimiento y que, seguramente, nunca lo tendrán aprendo a no dejar de aprender.
Leerlos es un placer.

No los conozco y, casi con toda seguridad, no los conoceré jamás pero cuando visito sus rincones abiertos, cuando recibo suaves caricias al leerlos, cuando termino de leer y quiero más se que , en el fondo, da igual porque lo que importa es lo que transmiten, como lo hacen y como lo recibo.

Gracias a vosotros, a los que escribís, a los que me regalaís momentos así.