Pequeña como una almendra se introdujo en mis pensamientos.

Una vez dentro, siguió igual de diminuta, corriendo de un lado a otro, riendo, saltando y , de vez en cuando, parándose , quedándose tan inmóvil que no conseguía encontrarla hasta tal punto que por desaparecida la daba pero, cuando ya empezaba a olvidarme de ella, volvía a brincar con más fuerza que antes, como regañandome por creerla perdida y , aunque nunca conseguía verla de lo rápido que iba, su aroma, su estela me indicaba por donde había pasado dejando una huella, cada vez, más profunda.

Hay días que me vuelve loco y deseo , con desesperación, que quieta esté pero , cuando lo hace, estoy deseando que vuelva y convierta, de nuevo, mi vida en un parque de atracciones.

Suspiros de impotencia llenos de brotes alérgicos de miradas cautivas imposibles de evitar.

Miro sin mirar para no ser sorprendido en un acto de suprema debilidad y me canso.

Me canso de no hacer, de no ser, de evitar y disimular lo que nunca , asi, debería ser.

Silencio , por ti, obligado que mantendré contra viento y marea por no importunarte

Hablar no me dejas y aunque, entender , no lo consiga, tu deseo respetaré

pero, tarde o temprano, daré rienda suelta a todo lo que es y está

y tendrás que escuchar y saber que por ti vivo y por ti muero.

Sube como si alguién le persiguiera,

Sube corriendo, sin aliento, a tropezones,

arrasando todo lo que, a su paso, encuentra.


Sube y me arrastra aunque no quiera.

Me sobrepasa, aturde y sin fuerzas me deja.

Le suplico que pare y ni caso me hace.


O deja de subir o me estallará en una de estas.

Para, por favor, que ya te hago caso

que sé lo que quieres aunque, dartelo, no pueda.

"¿Me quieres?" - me preguntó con timidez y sin mirarme.

"Como no te voy a querer si eres toda mi vida, mi alegría,  mi fuerza para seguir dando guerra por estos lares" - le respondí.

No me dijo nada, solo se fue corriendo a seguir jugando con sus amigos pero , de vez en cuando, se volvía a mirarme, orgullosa de saberse querida.

Decidido estaba a no hacer, a no mirar, a no pensar

y cuanto más lo decidía más hacía, miraba y pensaba.

Pensaba en lo intangible, en lo salvaje y en lo inevitable.

Miraba lo deseable, lo prohibido y lo inalcanzable.

Y hacía que el tiempo fuera algo ganado en mi vida.

Ganado y nunca ya más perdido.

¿Por qué elegir ser uno cuando puedes ser todos?.

¿Puedes?.

No lo se. Es la duda que me ha quedado al leer un blog amigo.

Ya no se que elegimos y que no. Que nos pertenece y que se nos da prestado por la amabilidad de quienes nos rodean y nos hacen ser o parecer esto o lo otro.

El tuerto era el rey en el país de los ciegos pero al irse al territorio vecino dejó de serlo.

¿Somos lo que somos o lo que nos hacen creer que somos y asumimos como propio?.

Somos, mas o menos, guapos, simpáticos, inteligentes o cariñosos según quedemos en la comparación con el resto del ganado por lo que , para serlo, dependemos de lo guapos, simpáticos, inteligentes o cariñosos que sean los demás astados.

¿Qué parte es auténtica y cual está contaminada por la percepción ajena?.
Creo que nunca lo sabré.

(Gracias a la pianista que me ha hecho pensar en todo esto y nunca está de más pensar aunque solo sea un poquito).

Busqué una solución al irresoluble problema preguntando que hacer aún sabiendo la respuesta.


Pregunté a la razón y esta solución  me dió :

"No se resuelve lo irresoluble así que... olvídalo".


Pregunté al corazón y me dió también la suya :

"No existen problemas sin solución, solo excusas que justifiquen la inacción".


Y pregunté al único que sabría conjugar ambas respuestas y también su respuesta me dió :

"¿Por qué preguntas cuando conoces la respuesta? o es que necesitas alguna excusa para , al final, acabar haciendo lo que , a día de hoy, ya sabes que harás mañana".


"No" - le respondí - "No busco excusas para hacerlo, las busco para no hacerlo".

No te entendí.

Creí que decías adelante cuando querías decir basta.
Creí que me parabas en seco cuando me invitabas a avanzar.
Creí ser el objetivo de tus miradas cuando era , solo,
el papel blanco al que mirar sin miedo.

Creí ser yo cuando era otro.

¿Y si el espejismo no fuera tal?.

¿Y si lo que mi imaginación creaba era solo un reflejo de lo que ya era real y , por esa inutilidad del sentido común, yo lo convertía en imposible e incalcanzable?.

¿Y si el mar fuera océano y el trozo de tierra continente?.

Y si así fuera, ¿Cómo lo sabría?. ¿Cómo distinguiría lo que es de lo que no es?.

¿Y si me diera lo mismo?.

Estallo en mil pedazos al aceptar como buena la verdad ya conocida.

Conocida y nunca aceptada que , a fuerza de golpes, ha acabado por entrar en mi, cada vez más vacia, cabeza.

¿Cómo aceptar perder lo que nunca se tuvo ni alcanzó?. ¿Cómo conformarse a mirar de lejos todo lo que se anhela y por lo que se suspira?. ¿Cómo saber vivir sin lo que te da la vida?.

No se hacerlo y , al mismo tiempo, no me queda más remedio que aprender y rápido para evitar un colapso de las pocas neuronas decentes que todavía dan vida a ese pequeño hilo de esperanza que se aferra a una mezcla de imaginación y espejismo.