domingo, 10 de agosto de 2025

La ruleta

 Vivía en una continúa ruleta que siempre acababa en el mismo sitio donde volver a empezar y correr como un poseso buscando aquello que ni estaba ni podía estar porque no había inicio ni final, solo pasar, una y otra vez, por el mismo sitio ya conocido y que yo pretendía desconocer.

Mirando al frente que me ofrecía lo mismo de siempre.

Corriendo cada vez más rápido.

Y, con cada vuelta que daba, un pelín de la ilusión se iba quedando atrapada en los radios de la rueda hasta el punto de ir resbalando cada vez que pisaba uno sin darle ninguna importancia y permitiendo que el desgaste, siendo casi imperceptible al principio, se llevara consigo casi toda la razón por la que estaba allí.

Y tropezó, cayó de la ruleta y se estampó contra el suelo perdiendo casi la consciencia.

Al recuperarla, miró hacia arriba y, por primera vez, entendió que la ruleta no era su sitio.

Hay que salir de ella para darse cuenta hasta que punto se está enjaulado. Si no eres capaz de verlo desde fuera nunca eres consciente de lo aprisionado que estás.

Hazlo.

Atrévete.

Verás un mundo nuevo, casi desconocido que, sin embargo, está al alcance de la mano.