¡Capitán, no llevamos el rumbo correcto!.
El capitán no respondía. Estaba ensimismado con su mar, con su océano, con el romper de las olas y el surco que dejaban tras de si.
¿El rumbo?.
¡Qué le importaba a él el rumbo!. Solo quería navegar. ¿Por qué establecer un rumbo que aprisionara sus decisiones?. ¿Por qué ajustarse a lo que se suponía se esperaba de el?. El no esperaba nada de si mismo, solo quería mecerse en la inmensidad, que nunca acabara el viaje porque llegar a puerto significaba abandonar, aunque solo fuera temporalmente, su pasión, su razón de vivir.
Miró por ambas bordas.
Reflexionó durante unos instantes y pensó en lanzarse.
No lo hizo pero...... todavía, en las largas noches de vigilia , se pregunta el por qué.
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Me gusta,es una historia que me sabe a poco...
ResponderEliminarpodrias matizar mas y a la vez resaltar mas
la ultima estrofa,muy agradecida
No escribo cosas largas en el blog.
ResponderEliminarSon solo entradas cortas que , en unas ocasiones, se convierten en relatos que ya no subo y, en otras, dejo estar en el baúl hasta otra ocasión mejor.
Siento no poder cumplir tu deseo.