martes, 14 de diciembre de 2010

Lloraba continuamente, sin consuelo.

No era dolor. Era simple llanto sin fin.

Lloraba al levantarse.

Lloraba cuando comía y cuando trabajaba.

Lloraba incluso cuando dormía.

Sus lagrimas no tenían fin ni lo buscaba. Se encontraba bien llorando pero no podía soportar el que todo aquel con el que se cruzaba y con voz y cara lastimera le preguntaran por la causa de sus problemas al verlo así. Nadie era capaz de entender que su llanto, sus lagrimas recorriendo su mejillas eran expresión de profunda alegría. Vivía contento y así lo expresaba. Disfrutaba de su deseada soledad.
Si esa era su forma de vivir ¿Por que no le podían dejar en paz con sus supuestas incongruencias, con su llanto desconsolado?. Si él  aceptaba la risa como expresión de alegría de los demás ¿Por qué los demás no eran capaces de aceptar su llanto como la suya?.

Cuando , ya por la noche, llegaba a su casa y aprovechaba para llorar todavía con más intensidad era cuando más consciente era de lo equivocada que estaba toda la humanidad riendo en vez de llorar.

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