Sonrisas intermedias, risas francas y abiertas, toques de mala leche y orgullo negado.
Ristras de amaneceres con atardeceres y noches, todas entrelazadas, como un tiempo sin paradas donde el movimiento y la quietud se dan la mano sin que ninguno de los dos se estorbe ni moleste.
Cuerpo blanco, sinuoso, agradecido y hambriento, sin gula, con ansía contenida y secretos no tan secretos que le dan aún más gracia al placer del descubrimiento negado.
Palabras que son universos al juntarse de la forma más inteligente que nunca antes había escuchado, que otorgan la paz que no conocía y alejan los demonios que en mi habitan, que seguiran habitando pero , ahora, parcialmente encadenados por saberse, por primera vez en muchos años, torpes, incongruentes y faltos de razón y sentido.
Vida por vivir.
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Qué alegría leer que esos monstruos están faltos de razón y sentido. Un paso más cerca de poder vencerlos.
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