jueves, 6 de mayo de 2010

En medio de un inmenso océano, unas veces en calma, otras agitado, otras salvaje y agresivo, sin rumbo, sin nada a lo que agarrarme, ni un misero tablón en el que descansar, me limito a nadar, a mantenerme a flote, unas veces con ansía, otras con desesperación y otras desganado pero siempre a flote.
De vez en cuando una ola me cubre y, durante unos segundos, me quedo sin respiración, a punto de sucumbir pero la ola pasa y mi cabeza asoma otra vez a la superficie para volver a respirar y así seguir manteniendome en un sin sentido.
Y sueño, sueño con bajar los brazos y dejarme sumergir hasta la más bella profundidad y quedarme allí , inerte, quieto, solo con mi silencio, sin tener que seguir luchando contra todo , sin tener que preocuparme por nada, solo yo y mis recuerdos, pero esos sueños apenas duran una fracción de segundo, algo dentro de mi me impide siquiera plantearme seriamente esa posibilidad y vuelvo a agitar brazos y piernas aún sabiendo que es una lucha sin victoria, sin final, sin recompensa.
Algún día, quizás, llegue a tierra.

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