Así se mantuvo durante minutos que le parecieron horas.
Mirada baja, perdida. Corazón partido en pedacitos que parecían aguijones en movimiento repartiendo dolor por todo el cuerpo y mucha, mucha tristeza.
Una pregunta iba y venía tropezandose consigo misma ¿por qué? ¿por qué tando daño gratuito?.
No había respuesta ni la habría nunca.
Años despues seguía haciendose la misma pregunta. Ya no dolía tanto. Era un dolor diferente, más reposado, menos violento, menos duradero pero más amargo.
Años antes había sido una crónica anunciada así que ahora tocaba apechugar.
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