La observaba mientras hablaba.
Era un torbellino de gestos, de miradas , de movimientos de sus manos, de sus brazos.
Su cabeza acompañaba cada gesto con un leve movimiento dando más énfasis a cada palabra, a cada pensamiento al brotar de su boca.
La observaba con detenimiento, con ternura y con una admiración como nunca antes había observado a nadie.
La escuchaba casi con devoción.
No había doblez en sus palabras, ni siquiera medias verdades. Todo era auténtico porque todo salía de muy dentro.
Mientrás lo hacía , no paraba de preguntarse como era posible que criatura tan bella estuviera con él.
Se sentía afortunado.
Era afortunado.
Ella no podía ser consciente de lo mucho que le daba con cada una de sus palabras, con cada una de sus miradas.
Miradas que a él le parecían las más bonitas y tiernas que jamás le hubieran dedicado.
Con que placer habría retenido el tiempo cada vez que ella le dedicaba una sonrisa.
A veces se paraba a pensar cuál sería la forma de conseguir que eso durase para siempre. Conseguir que esa ilusión, ese aire que le llenaba plenamente, que le limpiaba y a la vez le conservaba, no se extinguiera.
Pero esos pensamientos duraban poco. Sabía que la mejor forma de seguir teniendo todo eso y más era precisamente no pensandolo.
Lo que tenía que hacer era ser, estar, hablar, sentir y mostrar lo que había sin disfraces, sin máscaras, tal cual aparecía, sin retocar.
Ella misma , él mismo y el resto vendría solo porque cuando dos almas gemelas se encuentran solo las puede separar el dejar de serlo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminaryo creo que existen las almas gemelas, y si se encuentran pienso que es muy dificil separar esa unión....¡claro! que puedo estar equivocada
ResponderEliminar