Cumbres escarpadas, lejanas,
difíciles de recorrer, fáciles de admirar.
Unas veces cubiertas de nieve,
otras yermas y azotadas por el viento.
Todas juntas formando una cordillera casi inaccesible
pero siempre mostrando un camino ,
una vereda , un sendero , invitándote a recorrerlo,
avisándote de los peligros, retándote a superarlo.
Valles fértiles, hermosos, tranquilos,
permanecen protegidos.
Son remansos de paz, de descanso,
de olores y sabores casi infinitos
pero que están bien guarnecidos.
No accederas a ellos sin antes atravesar los cortados,
las empinadas laderas, los barrancos cortados a cuchillo.
Rápidos en los ríos, cascadas y remolinos.
Aludes en las cumbres, frío , falta de oxigeno.
Todo se vuelve complicado y fascinante al mismo tiempo.
No hay rincón que no irradie vida y belleza.
La llegada a los valles no es un fin en si mismo,
solo una parada para poder seguir camino.
¡Qué placer haber descubierto el paraíso!.
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