domingo, 14 de marzo de 2010

En la soledad de la noche, cuando estar solo ya no es un placer y empieza a convertirse en un castigo, cuando ni la oscuridad ni la luz te acompañan, en esos momentos de incertidumbre, de pensamientos oscuros e inconfesables, es cuando te encuentras con tu parte más íntima. Es cuando la zozobra da paso a la calma, una calma inquietante y excesivamente silenciosa es una calma sobrecogedora que no te deja tranquilo.
Intentas escudriñar tu interior y cuanto más profundizas, más perdido te encuentras.
La ignoracia me mata, me puede, me ofusca. Siempre he querido saber, pero ahora empiezo a pensar que no es algo que quiero, es algo que necesito. Mi ansía de conocimiento no es tanto una querencia como una forma de vivir sin la zozobra de lo desconocido.

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