viernes, 28 de octubre de 2011

Ojos perfilados, carmín en los labios, unas gotitas de perfume , pocas , algo de tacón y elegantes medias.

Falda por encima de las rodillas y blusa blanca, ligera y desenfadada acompañada de un pequeño colgante para dar un poco de color.

Media sonrisa de satisfacción, nervios contenidos pero presentes y decidida. Sobre todo, decidida.

Salió a la calle y empezó a caminar.
No sabía a donde iba.
No importaba.
Ese era su día y eso si que lo sabía.

Deambuló por aceras, parques y avenidas.
Recorrió escaparates sin entrar en las tiendas, sin llegar a pararse.
Se tomó un café en una terraza mientrás veía a la gente pasar.
Observó a niños jugando, parejas paseando y a otros corriendo.
Y se hizo de noche.

Volvió a casa, se cambió de ropa, se limpió la cara, cenó algo, se fue a dormir y soñó.
Soñó con su día.
Ese día que era solo para ella.
Ese día en el que no hablaba con nadie, ese día en el que no hacía nada concreto, ese día en el que solo paseaba sin pensar en nada ni en nadie conocido.

Ese día que sería imposible si no existieran otros que , por comparación, le hicieran anhelarlo.

1 comentario:

  1. Tengo la suerte de poder disfrutar de vez en cuando de ese día y durante esas horas puedo apreciar la vida con sus más íntimos detalles, observar, escuchar, olfatear, saborear, palpar la vida en su plena esencia. Son míos, no, no los cedo a ningún capricho, me convierten en quién soy, en lo que soy y me gusta.

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