El baúl.

Era un baúl grande, viejo. Hecho de madera noble y reforzado con tiras de hierro, grandes, gruesas que lo rodeaban y apretaban para que ninguna astilla se escapase.

Olía a mar, a salitre y humedad. A viejo pero no rancio y su color era indefinido. Más oscuro en algunos sitios , reluciente y luminoso en otros aunque estos eran los menos.

Tenía una gran cerradura inservible pues la llave hace años que estaba perdida y nadie, antes de eso, se había molestado en cerrarla así que sus secretos estaban esperando a que alguien , simplemente, levantara la tapa.

Era una tapa pesada pero no tanto como para dificultar su apertura pero si lo suficiente para obligar a abrirlo del todo si no querías que se cerrase de golpe sobre tus dedos.

Y allí estaba, esperando para mostrar todos sus tesoros durante años guardados.

Deseando hacerlo; pidiendolo a gritos pero nadie se atrevía.

Había corrido el rumor que aquél que osara abrirlo caería dentro y nunca más salir podría.

Al baúl le preocupaba que tantos años cerrado, la humedad, la herrumbre de los refuerzos acabaran hinchando la madera y llegara el día que imposible fuera abrirlo sin romperlo.

Y con esas preocupaciones estaba cuando apareciste tú.

Te quedaste mirando, observando.

En el suelo te sentaste sin saber muy bien que hacer, dejando el tiempo pasar.

Y yo te pregunto : ¿Te atreverás a, por fin, en el baúl investigar?.