Cansado de tanto de peso, de tanta fatiga sin solución, abrí el cajón. Saqué el revolver que , durante tantos años tuve guardado y , despues de introducirle una bala, la apoyé sobre la sién y el gatillo apreté.
Mis sesos se esparcieron por todas partes. Unos , ya desechos, chorreaban por la espalda. Otros, más enteros, solo por el hombro colgaban.
Desde entonces, cuando llueve, la ideas se me mojan.
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Ideas mojadas por la lluvia en el cansancio de la noche.
ResponderEliminarbesos.
Espero que no se te escapen las ideas por esos agujeritos ;)
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