jueves, 17 de mayo de 2012

Vi un recodo del río que invitaba a darse un buen baño y sin pensarmelo dos veces de cabeza me lancé.

Conforme caía , el agua se apartó y contra el fondo me estrellé.

Salí lleno de fango, dolorido y profundamente decepcionado.

Al salir, el recodo me pidió que volviera a lanzarme, que ya no se apartaría y el baño tan bueno sería que en ningún otro sitio querría volver a mojarme que no fuera en ese.

Su proposición no acepté porque con un batacazo tenía suficiente y me sobraba.

Mi cobardía el recodo pregonó y, por si eso no fuera suficiente, el daño que mi desconfianza provocaba alegó como justificación a su dolor de recodo despechado.

Ya no recuerdo cuantos recodos, meandros, cascadas o salientes he probado de la misma forma.
Lanzandome sin pensar, de cabeza y sin mirar atrás y siempre con el mismo resultado.

Yo era el culpable de su frustración al ver que el sitio abandonaba pero ninguno recuerda que no fui yo el primero que se apartó, no fui yo quien el agua retiró.

2 comentarios:

  1. La decepción puede servir para crecer y no caer en la misma piedra.

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Siempre solemos tener un poquitin de culpa ...
    " que si nos tiramos antes de tiempo"
    " que si aún no estabamos preparados "
    " que si nos tiramos demasiado tarde"
    Etc, etc, etc...

    En fin... supongo que aceptar que tenemos parte de culpa hará que en el próximo recodo, perfeccionemos nuestra tecnica, sopesando los errores que antes cometimos , y así al menos no volver a caer en los mismos.

    ResponderEliminar