Cordura y locura de la mano van.
Ninguna gana, las dos pelean, discuten y, en ocasiones, se golpean pero inseparables siguen siendo.
No se conciben la una sin la otra porque, si locura desapareciera, la pobre cordura de tanto echarla de menos en locura se transformaría y la otra sabe que lo mismo intentaría aunque nunca lo consiguiera.
Locura admira, por inalcanzable, a cordura y esta admira a locura por su libertad, espontaneidad y falta de compromiso.
Y las dos juntitas continúan su camino, de la mano, admirándose, cuidándose pero nunca demostrándolo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Supongo que todos necesitamos un punto de razón y otro de locura para estar "sanos". Ni tanto de uno, ni tan poco de otro.
ResponderEliminarUn saludo
Ese es el equilibrio ideal. Me pregunto... y por qué no demostrándolo??
ResponderEliminar