En un baúl guardado durante años.
Todo bien apretadito y colocado, la cerradura echada con un par de vueltas, libros encima para evitar la tentación de abrirlo y arrinconado en algún lugar donde se viera poco.
Así estaba y así seguiría.
No lo pensaba abrir, casi ni se acordaba de él.
Hasta que un día apareció ella, tan curiosa, tan inquieta que no pudo resistir la tentación de preguntarse que contendría y empezó a quitarle todo el peso de encima.
Lo movió de sitio para colocarlo en el lugar más visible de toda la casa y lo abrió,
y ... empezaron a salir recuerdos, lugares, olores, sensaciones y sentimientos arrumbados durante toda una vida y descubrió cosas que ya creía habían desaparecido para siempre.
Y el baúl ya no volvió a cerrarse, sacaba unas cosas y metía otras, pero siempre con la tapa abierta para que todo se airease y estuviera a la vista.
Ya no guardaría nada bajo llave, todo estaría a la vista, todo disponible, todo dispuesto a ser usado, disfrutado y compartido.
A la princesa de mis sueños encantados.
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