Recorriendo la linea recta, me equivoco.
Si tomo curvas y me deslizo por los arcenes, me equivoco.
Si retrocedo, cambio de marcha o paro en el camino, me equivoco.
Y , si siempre me equivoco, ¿Dónde está la diferencia?.
La diferencia está en el motivo por el que hago cada cosa.
No volver a decirme lo que debo hacer ni como hacerlo.
Mi camino es mio y de quién quiera acompañarme
pero para acompañarme hay que caminar conmigo.
Los espectadores de la carrera solo deberían ver, oir y callar.
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¡qué bueno!
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