domingo, 15 de noviembre de 2009

Yo te dije y tu me decias.
Yo volvía a decirte y tu seguias.
Horas hablando y sin embargo eran conversaciones paralelas.
No había punto de unión, ni siquiera hablabamos del mismo tema.
Ni escuchabamos , ni compartiamos, ni ibamos en la misma dirección.

Yo decía ¡Hola! y te respondías ¡Adios! y cuando era yo el que se despedía , entonces tu saludabas.
Lo fácil se hacía díficil y lo díficil, imposible.

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