Llegaba la tarde, limpia y cálida, tanto que un paseo me decidí a dar.
A un parque cercano me acerqué y cuando paseando estaba , a lo lejos te vi.
Me senté.
En un árbol me recosté para así mejor poderte observar.
Y allí estabas. Hablabas, sonreías y a ratos reías.
De pie, con tu estilo, tu saber estar, tu porte sereno y tu precioso pelo al viento.
Allí estuve esperando a que te fueras para , a continuación, cerrar los ojos y de tu recuerdo disfrutar.
Llegarán las mañanas soleadas y llenas de optimismo pero esta noche, esta noche mi alma triste está.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario