¡Qué bonita eres!.
Todavía recuerdo la última vez que pusiste tu mano en mi hombro y así, en silencio, permaneciste un rato.
Yo te la cogí y no nos dijimos nada.
No hacía falta.
Guardo como un tesoro el regalo que me hiciste en mi cumpleaños. Creo que es el único que guardo despues de tantos años y tantos cumpleaños como he tenido en mi vida.
Tu inocencia, tu alegría, tu espontaneidad son un regalo para los demás.
Espero, se , que algún día volveré a verte.
Habrás crecido, serás mayor. Quizás ni te acuerdes de mi pero yo siempre te llevaré en mi corazón.
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