Cada día duele más.
Es un dolor intenso, profundo, que me desgarra el alma, me agrieta y reseca y deja una herida cada vez más grande.
Sangra y de su misma sangre se alimenta y ensancha.
Tapo la herida y continúo con mi vida.
Así me engaño pensando que nadie lo nota pero las fuerzas por ella se me escapan, resbalan, desaparecen y no se cómo recuperarlas.
Gritar no puedo, no se hacerlo, llorar tampoco. Solo me queda sonreír con amargura y esperar que algún día vengas tú y me la cierres.
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La tristeza y la amargura no son buenas compañeras en el camino, y menos compadecerse de tus problemas. Cada mañana piensa como encontrar la solución a lo que te preocupa, vivirás mejor y con alegría. hml
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