sábado, 10 de diciembre de 2011

Caras pálidas, sudorosas, tensas y sin expresión.

Mirando fijamente al horizonte y de vez en cuando , de reojo, al compañero, al que casi no conocen pero que de él esperan lo haga bien para que no se noten mucho sus propios errores.

Todos esperando la orden. Esa orden que desatará el caos, la confusión, el infierno para el que han sido llevados hasta allí. Esa orden que hará que todo se llene de sangre, dolor, gritos y angustia.

Y , justo cuando ya esperaban que se produjera, un estruendo rompió el silencio.

Un proyectil por su derecha el casco penetró y mil astillas en el pecho le incrustó..

Silencio.

No se oye nada.

Todo quietud , calma.

Muy lejos de allí, en algún lugar sonarán las trompetas, los clarines y los timbales. Se cantaran himnos y alabanzas por los héroes caidos.

Pero él no fue héroe, ni valiente. No fue cobarde ni traidor, no luchó ni tampoco huyó.

Simplemente cayó.

En un instante, en un momento, sin enterarse.

Para él esa batalla no existió ya que solo el silencio quedó.

1 comentario:

  1. Que triste!!!!!!, merece la pena?????, solo uno mismo debe darse cuenta y valorar lo que hace, pero debe aprovechar la vida para ello. La muerte y el cielo es......otra vida .hml

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