Poquito a poco, muy despacito, casi sin hacer ruido, va entrando, introduciendose.
Me recorre , atraviesa, sale e inmediatamente vuelve a entrar con toda naturalidad.
No intento cogerla , no hago movimientos, solo me dejo y quieto y callado permanezco.
Luego, cuando ya creo que todo ha terminado, ya sin su presencia todo vuelve a empezar.
Su aroma a vainilla y canela, su sabor a flores y fresca hierba no consigo olvidar
y tampoco lo intento porque con ese aroma en mi memoria mi vida no puede acabar.
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