Raros son los días que en agridulces no se convierten.
Las alegrías y las tristezas de la mano aparecen
pero si sabes por las alegrías una sonrisa demostrar
y por las tristezas una simple mueca dejar aflorar
habrás aprendido a la vida un capote dar.
¡Qué linda eres!, ¡Que bonito todo lo que eres capaz de enseñar!.
¡Qué triste que poca gente lo sepa apreciar!.
En la pradera, en ese claro con el que sueñas
en ese sitio en el que casi nadie puede entrar
yo, algún día me colaré y debajo de una piedra me esconderé
para que, así, nunca me puedas expulsar pero yo viendote
cada minuto , cada instante pueda disfrutar.
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Es agradable leer aquello con lo que estas totalmente de acuerdo. Pero....no me gustan nada los días agridulces, prefiero que sean agrios o dulces, por separado, los se capear mejor. Hml
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