domingo, 25 de diciembre de 2011

Raros son los días que en agridulces no se convierten.

Las alegrías y las tristezas de la mano aparecen

pero si sabes por las alegrías una sonrisa demostrar

y por las tristezas una simple mueca dejar aflorar

habrás aprendido a la vida un capote dar.

¡Qué linda eres!, ¡Que bonito todo lo que eres capaz de enseñar!.

¡Qué triste que poca gente lo sepa apreciar!.

En la pradera, en ese claro con el que sueñas

en ese sitio en el que casi nadie puede entrar

yo, algún día me colaré y debajo de una piedra me esconderé

para que, así, nunca me puedas expulsar pero yo viendote

cada minuto , cada instante pueda disfrutar.

1 comentario:

  1. Es agradable leer aquello con lo que estas totalmente de acuerdo. Pero....no me gustan nada los días agridulces, prefiero que sean agrios o dulces, por separado, los se capear mejor. Hml

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